* L * O * S * E * R *
La derrota, generalmente, no se puede tolerar, viene con ese saborcito amargo, que si no hace escupir, por lo menos, para decirlo llanamente, jode. Sin embargo, esa misma mixtura de pérdida, amargura y fracaso tiene algo de gloria y de trascendencia. Aquí una breve elucubración dedicada a todos los que de una u otra forma no la hicieron.
Toda la vida nos han dicho que no debemos perder, que la sociedad es de los ganadores (cuando en realidad hay espacio para todos en el mundo - incluidos los perdedores), nos han hecho pensar que la carrera de ratas es de verdad, que los yuppies y la gente bien se irá al cielo. Y debe ser así, por eso es que para muchos la derrota y el rótulo de perdedor se les hace inaceptable. Por eso, entre otras pocas razones, se matan los adolescentes que rompen con sus novias o los que no ingresan a la Universidad. De estos últimos se matan los que se quedan en la línea, porque más perdedor es el segundo puesto que el último. Y es curioso porque prefieren inflingirse una derrota final y definitiva, a cargar con una pequeña, con el suicidio redimen todo fracaso, al convertir la muerte en escape y victoria secreta.
Es porque las derrotas parecen pequeñas muertes, pequeños simulacros de suicidio infundidos por la sociedad, simulacros que de plano rechazamos, pues como siempre, la muerte será inaceptable. Quizá por nuestra concepción y nuestro sentido de que la vida se recorre sobre un sólo nivel, idea muy occidental y mezquina, si tenemos que calificarla.
La concepción de muerte como pérdida y derrota se la debemos a la religión Católica (porque Cristo venció a la muerte) y a Descartes, que con su método nos dijo que al dejar de existir, a la mierda todo, se acaba el universo, si bien puso a Dios de salvaguardia, igual se acababa el mundo, asi que ni modo. Entonces todos perderemos al final. Oh shit!
Pero es ahí, donde está el secreto encanto de perder, en la posibilidad de explorar la muerte sin morir, en esa posibilidad de prepararse para aceptar que al final, todos sin excepción, perderemos nuestra última batalla al dejar de respirar. Sí, tú también pequeño yuppie!