Banca de Parque   Una Banca 
  de Parque

pise el grass, haga picnic, sea libre

16.8.06

De ida

El único organillero que he conocido en el Perú es el que está en el Parque Kennedy de Miraflores, desde que tengo memoria (de Lima) lo he visto pasar los días, estoicamente, sea con lluvia, o con sol, acompañado por su macaco en el mismo lugar de la plaza, casi como una estatua viviente o una moviola que toca música que danza su pequeño compañero.

La semana que pasó ha estado acompañado por una gran grupo humano, turistas poco habituales de la capital, que con polleras y chullos han afincado al lado del maestro organillero para comerciar sus artículos andinos, autóctonos, folclóricos: chullos, mantas, mochilas o ponchos de diseños incásicos. Viajando desde Urubamba, artesanos de Chicheros, Cuzco, han llegado a Lima, la gris, y con el permiso de la alcaldía miraflorina, organizado esta feria a ras de plaza...

El sentimiento que se respira en el ambiente es una mezcla de "lo atractivo en lo exótico", "de lo correcto políticamente", "de ayuda a "los cholitos" comprando sus artesanias", "curiosidad por los articulos", "verdadero interés"... todo mezclado

Un gringo se prueba un chullo, mientras la vendedora en polleras y con rubor en las mejillas ensaya un inglés mal mascado, la globalización. Curiosos desordenan las mantas apiladas buscando un diseño agradable. Un gendarme mira inafecto todo lo que pasa alrededor, un boricua prende un cigarro en medio del frio humedal limeño.

- Cuanto está?
- 12 soles, señorita
- ¿qué? 10 soles nomás - el vendedor solo sonrié - 10 soles, pues, no lo pienses mucho (porque... que vas a pensar cholo de mier...

La voz de la señora se apaga, pero se deja adivinar su pensamiento

Miro la escena no sin indignación, pero ésta se multiplica por toda la explanada, rostros cetrinos que tragan el tiempo, y respingadas señoras, o citadinas voces que piden el descuento, la baratura y el sencillo, criollismo limeño, asimetría económica, ley de la selva.

Me llama la atención un chullo finísimo, no de los que venden en el suelo, sino de los que usan los vendedores; ellos están trajeados de fiesta. Demasiado trabajo, me explica la señora mientras le pide a su esposo que me muestre ese sombrero descubriéndose la cabeza, mucho trabajo, me dice, meses de hilado, 150 soles, caigo en la cuenta que aquel chullo está hecho con amor, con otros propositos que no son la venta, que quizá condiga una historia diferente, yo me voy agradecido.

Luego encontraría un pequeño morral, que compré con pulsión. ¿Cuánto? - 10 soles - estoy por decir nueve, cuando recapacitó en la escena anterior, saco el Quiñones y pago. El morralillo está ahí, aun no se que fin tendrá.
|| por Antolín Prieto, 16.8.06 || link || (10) cháchara(s) |