Banca de Parque   Una Banca 
  de Parque

pise el grass, haga picnic, sea libre

30.1.06

Verano por la Tarde

Las luces de la ciudad se prenden antes de que se ponga el sol, están encendidas por lo menos veinte minutos antes que la oscuridad comience a dilatar nuestras púpilas. Es un signo inequívoco del verano: una cierta exhuberancia, cierto exceso que podemos disfrutar por un lapso de tiempo. Sí, tiempo efímero, porque las faldas cortitas y los pareos y las tangas solo se dejan ver durante estas semanas, y luego, las piernas bronceadas y los cuerpos expuestos se esconderán en sus bufandas y jerseys contra el viento y el clima impío.

Verano. La Playa. Particularmente no me gustan las playas sobrepobladas y el abandono en la arena. Me corrijo. No me divierte la resolana, solo las tardes de ocaso, que son más prolongadas y disfrutables. Del verano prefiero la noche, calmada y fresca, como para pasear hasta la madrugada conversando con los amigos, con una cerveza en plan de refresco antes que de alcohol.

Mi amiga Gabo me dijo la vez pasada que extraña el tardor. ¿El Tardor? Sí, tardor es otoño en catalán, está haciendo un frío horrible, me dijo. ¡Genios, los catalanes! Tardor. Si es así, el verano sería el mediodía del año, yo ya quiero que caigan las hojas en el césped, yo también extraño el tardor.

El verano trae algo más que es extraño, sino anecdótico a estaa ciudad: la lluvia, a pesar de ser un evento poco visto - aquí generalmente solo garúa - la gente corre a esconderse, para no empaparse, como si la naturaleza no tuviese derecho a jugarles carnavales. Entonces, las calles quedan desiertas, y unos pocos como grillos o luciernagas salen a disfrutar del humor tibio de la tierra húmeda, y, si el ánimo da, a cantar bajo la lluvia.

Hoy, verano por la tarde, saldré a pasear, si tengo suerte lloverá.
|| por Antolín Prieto, 30.1.06 || link || (12) cháchara(s) |

23.1.06

Tráfico de Afectos

Mi unicornio azul ayer se me perdió,
y puede parecer acaso una obsesión,
pero no tengo más que un unicornio azul
y aunque tuviera dos, yo solo quiero áquel.
Cualquier información la pagaré.

Mi Unicornio azul - Silvio Rodriguez

Hay objetos que no sirven para lo que fueron creados, sino que más bien encuentran su significado con el tiempo y el uso, no hablo de los libros que ponemos bajo la mesa para arreglar la pata que cojea, sino de canciones, lapiceros, camisetas, en fin, cualquier artefacto que resume y recuerda los vínculos que tenemos con las personas que nos rodean. Como a las personas que representan, los odiamos, los queremos entrañablemente, deseamos deshacernos de ellos o los mantenemos guardados: recordándolos, queremos disponer de ellos, porque son parte de nuestros afectos.

Una navaja, una cámara fotográfica y una cafetera me traen la presencia de mi padre, siempre. De ellos, solo me queda la última. La cafetera está en la cocina. La navaja se extravió en una caminata, ahora debe reposar en alguna ola de mar. La cámara ha desaparecido esta semana, dentro de una mochila, en manos de un ladrón.

Tras el robo, me he visto recorriendo mercados negros, bazares de usureros, tiendas de dudosas mercancias, todo, en pos de reencontrar la cámara. Buscar un efecto personal se convierte, bajo esta luz, en conseguir un afecto robado. No es que falte un bulto en tu casa, lo terrible es que algo dentro de tí no está. Es una peregrinación peligrosa, entre chuzos y parias, en medio del tráfico de objetos robados, en el tráfico de afectos: cada artículo en venta tiene una historia, alguien que lo tuvo y quizá lo extraña, como yo.

Aunque los días pasan y no hallo la cámara, sé que me la cruzaré en otro momento. Pero, a mi pesar, comienzo a hacerme a la idea de despedirme sin despedirme de ella. Por suerte, los vínculos no te los pueden arranchar como una mochila y eso ya es un consuelo.
|| por Antolín Prieto, 23.1.06 || link || (14) cháchara(s) |

16.1.06

Jaque de caballo a enroque

Hay cosas de las que prefiero no enterarme, pero que hay que afrontar. Es un hecho de que se vive mejor entre mil dudas que con una certeza. Quiero una enorme gama de grises; no, el negro absoluto del abismo o la blancura nivea que embelesa y mata. Suena a tristeza, a cobardía y a mediocridad, pero entre la niebla se vive tranquilo. Al menos dejenme descansar ahí hoy.

Digamos, por ejemplo, afrontar la certeza de la muerte - que llega irremediable en algun momento - es peor que la duda de la vida después de la vida, porque reconozcamoslo, la duda abriga esperanza y la esperanza deja espacio a la vida. Por eso funcionan las religiones, por eso funciona la ciencia. La fe es una duda, la ciencia es una duda, por eso son soportables.

¿De dónde aparecen estos espectrales dogmas, estas "ciencias ciertas" que no reconcilian el sueño? La certeza del bien, la certeza del mal. Revelación de Dios o por autoridad. La certeza del amor y del desamor. La honestidad de la palabra disparada. Blanco-Negro, prefiero el mundo tecnicolor. Veo en el fondo que hay una brutalidad en todo esto: la obligación de actuar, jaque de caballo para un enroque. Cuando no hay dudas, es la inminencia, la obligación de la acción.

Hoy sólo pediría una duda para bajo la almohada, pero hay días que ni eso tenemos.
|| por Antolín Prieto, 16.1.06 || link || (10) cháchara(s) |

13.1.06

Como hormigas

Entraremos a tu casa en cuanto podamos. Cada puerta abierta es una invitación a explorar esos espacios infinitos que se esconden tras una sucinta fachada. No nos gustan todas las casas, sino las más antiguas, quizá las coloniales o las republicanas, casi ninguna fuera del casco urbano que delimita la ciudad antigua. De ahí, nos robaremos la imagen de la decadencia dibujada en cada pared y sólo extraéremos alguna fotografía si tenemos la oportunidad. Nos deleitaremos con el candor de ver en cada columna una grieta, amantes del arte y la arquitectura.

No somos muchos, pero trabajamos con ahínco rearmando un mapa robado, uno de los espacios negados a la vista pública. Es por la esperanza de saber como conducirnos la próxima vez que entremos en ese espacio, de sentirnos familiares. Diremos, secretamente, estuve aquí la otra vez, no recuerdo cuando, en un tiempo innombrable. Algunos de los nuestros han desarrollado técnicas envidiables como preguntar por personas inexistentes, otros esperamos la invitación o la confusión que nos permita entrar, las fiestas y las aglomeraciones son bienvenidas.

Nos han amenazado, expulsado, encerrado, lanzado los perros; no es una empresa fácil se requieren nervios fuertes, pero avanzamos: Encontramos antiguos hoteles y plazas en azoteas, cuadros perdidos en murales interiores, escritos en quintas deshabitadas, una vez un daguerotipo, en dos o tres oportunidades nos topamos con fantasmas. Hemos catalogado los postes de la ciudad y encontrado gárgolas y estatuas que nos observan desde sus cornisas.

Pero nuestros enemigos no descansan, son pudientes y de una alianza más secreta y ambigua que la nuestra, al fin y al cabo, nosotros compartimos nuestros triunfos, ellos no. Ellos invaden las fincas con sus monedas y desbaratan todo antes que podamos confirmar cada habitación. En su lugar construyen cocheras y grandes centros comerciales de dudosa calidad y rentabilidad. Es una guerra no declarada, como nuestro propósito. Tomaremos la ciudad como a una mujer, la recorreremos en toda su extensión, la poseeremos, para saber quiénes somos y a quién pertenecemos. Anunciamos que seguiremos trabajando como hormigas.
|| por Antolín Prieto, 13.1.06 || link || (11) cháchara(s) |

9.1.06

Spiderman

-"With great power, there must also come great responsability"-.
Ben Parker


Mientras regresaba de recoger "Watchmen", comic que Vanesa - gracias, lo cuidaré mucho - amablemente me prestó, y para más referencias es como "El Quijote" de las novelas gráficas; me encontré caminando por el paseo peatonal y escuchando los gritos lejanos de ¡Choro!, ¡Ladrón!, ¡Deténganlo!

Un jovencito, nomás de 15 años, corriéndose, acercándoseme y detrás, una turba tumultuosa tratando de alcanzarlo. Pensé intervenir, atajarlo: es una de esas situaciones indeseables que quisieras remediar, pero en el preciso instante que pude hacer algo, me paralice: "Me quieren pegar" "Me quieren pegar" rezongaba el chiquillo entre trancadas visiblemente nerviosas. Ese grito plañidero y una voz lejana de madre o de abuela, lógica pero timorata, "no te metas en problemas ajenos", "mejor déjate robar, que más vale tu vida", "ni los persigas, que nunca roban solos y te pueden hacer algo". Volví a ser sólo un espectador, cuando el ladronzuelo paso a mi lado. Antes que llegase a la esquina, ya lo habian prendido, yo estaba a media cuadra, volteando a intervalos para saciar la curiosidad.

Sentí vergüenza y rabia. "Spiderman", eso dije: Spiderman alegó que no era su problema cuando dejo escapar al ladrón que luego diera muerte a su tio Ben Parker.

¿Qué hubiera hecho? Atajarlo, darle un golpe, una simple cave, estorbarle el paso, me gustaria pensar que el verme querer actuar retraso el paso del chiquillo y que eso permitió que lo alcanzaran. Es solo conjetura mía, un consuelo.

Rorschach en "Watchmen" es un viligante sicótico que toma la justicia en su mano de ser necesario, aunque socialmente disfuncional, es el más moral y entrañable de los personajes del comic. No pienso que lleguemos a ser algún día como él, aunque que son sino los golpes que le asestaron al carterista, esa noche tras la carrera. Tampoco, en que necesitemos un detonante como la muerte de un Tío Ben para que actuemos correctamente: No hay grandes poderes, pero hay responsabilidades, y hay que asumirlas.

Ojalá más adelante, el tiempo no me cobre la inacción... como a Spiderman

|| por Antolín Prieto, 9.1.06 || link || (6) cháchara(s) |

3.1.06

Una espera

¿Cómo se mide el tiempo cuando no tienes reloj? Cuando estás en una situación en la que sólo resta que pase el tiempo escurriéndose tímidamente. Más aún cuando sabes que no depende de ti, porque ya llegaste temprano o a la hora. Por un instante puedes barajar las posibilidades del tiempo y de la huída, de saber que en un momento más, si no llega te podrás parar e ir; y otro día reclamarás la descortesía con aire despreocupado o con signo afectado, dependiendo de las circunstancias.

Puedes calcular el tictac en los tacones del mozo del bar o en esa música lenta que sabes que puede ser la Piaf, ¿pero cuánto durara la canción? Esperas a que termine una, quizá otra, sin calcular nada. Te fijas en los cuadros colgados en la paredes, ellos están desinteresados de ti o mirándote fijamente. Los peores son esos que te señalan con el dedo o se ríen misteriosamente como aguántando la carcajada.

En otra mesa, una señora traduce a un extranjero un libro con figuras "Su trayectoría fue la de un ave cayendo" "he travelled through the way of a fallen bird", ves las bebidas, el barbudo muerde un bocado del triple de colores. Tú musitas el tiempo.

La ventana trasluce figuras que atraviesan la noche. La puerta con su tull blanco, también. Nadie se detiene. Pero los taxis amarillos paran uno tras otro. Nadie bajará, la esquina de esa calle tiene un semáforo ¿cuántas veces habrán frenado los autos? ¿a cuánto equivale un semáforo, un minuto, dos, tres? La eternidad.

Siento que he escrito cuatro libros sentado en esa mesa, uno quizá haya sido "La conversación en La Catedral", otro lo escribí en un idioma extranjero. "Los ángeles y las escaleras defienden las ciudades" "angels and ladders guard the cities" "la nuit" "la noche" traduce la interlocutora de la mesa ajena. Estoy cansado. Llamo al mozo, pido un moka: mitad café, mitad chocolate. Lo bebo apurado, resignado. Me paro y salgo del bar. No volteo para no saber si alguien entra mientras doblo la esquina con el semáforo en rojo.
|| por Antolín Prieto, 3.1.06 || link || (8) cháchara(s) |