- ¡Jorge Manuel, no contradigas a tu tío Romulo! - ¡Pero, mamá, así no fue, pues!
Siempre nos han pedido que respetemos a los mayores: a los padres, al tío que viene de visita, al cura, al profesor del cole y al viejito que vende periódicos porque "han vivido más", "son venerables", "es lo educado" y las demás razones que seguro todos conocemos de sobra.
Pero, cuánto respetan los mayores a los menores, creo que "los tíos" generalmente no se han puesto a pensar en lo desagradable que ser callado por otro, ser excluido y ubicado en una mesa aparte, que decidan por uno qué comer, cómo y porqué o simplemente ser pasado por una autoridad que bien se puede cuestionar.
- Mariana, anda juega por adentro y dejanos conversarHay una asimetría de relación: la experiencia de los mayores es tan necesaria como el impetú de los jóvenes y la inocencia de los niños. Hay momentos en que uno u otra sobran, pero también existe la tolerancia ¿no es cierto? ¡Muerte a Carreño y su manual de urbanidad! Este es un voto por la tolerancia generacional y la unidad familiar. Si hay un orden y una jerarquía, hay que crearla a cada minuto. Hoy me puse en los zapatos de mis primos pequeños, hoy me puedo "dar el lujo" de contradecir a la tía que no me gusta que llegue a casa, porque es retrograda y perfida en sus comentarios. Mañana, cuando tenga hijos, quiero acordarme que ellos no sólo son niños, fastidiosos y encantadores por igual, son seres humanos como yo.
No les faltemos el respeto en esas cosas nimias que son tan importantes como las importantes.