16.7.06
Vaso II
Dos mil rostros avanzan delante mio, travelling lateral, ninguno me llama, ninguno me importa, salvo huir de ahí. Lleno el vaso nuevamente, y no te encuentro en dos mil, en tres mil rostros, dudo si existes o sólo no estás. Las volutas de humo y las risotadas son todas iguales, todos blanco o cetrinos o oscuros. Los ojos vidriosos, las sonrisas que no son sonrisas; viéndolo todo con mirada ascéptica ni siquiera me reconozco tras el espejo; un arcángel antidiluviano cuelga del techo; años luz de distancia, lo que demora una canción en acabar, un instante de silencio para acabar de libar y otra canción empieza. La sin razón. Una pareja se besa en la otra mesa, yo beso el vaso otra vez. Todos danzan grácilmente, mientras converso de metafísica, las migas de pan, también; las curvas del humo, también; yo me siento y observo, y la noche avanza superflua, y yo me hundo diminuto en una nada incierta. No te se extrañar, porque no estás. El veneno ya es inútil. La sobriedad es la peor borrachera.
|| por Antolín Prieto, 16.7.06