Hoy me vi, nuevamente, referido en el periódico (La Industria 04/12/05 - suplemento Dominical) como "cortometrajista" o "joven promesa del audiovisual trujillano". Tragué saliva mientras leía la nota.
Cuando estas cosas suceden lo tomó con una mezcla de modestia y vergüenza. Es mi reacción, don´t blame on me. También me preocupo. Es que no es lo mismo que uno diga "quiero hacer cine/video" o "soy videasta" a que la gente te comience a llamar así. "Mira, ese ón hace video" o "es videasta" significa que alguien más está asintiendo y reconociendo lo que tú haces y que quizá lo estás logrando. ¡Vaya!
Estas afirmaciones, públicas o privadas, también me abren un mundo de interrogantes - ¿Lo dirá en serio? ¿Lo dirá con sorna? ¿Lo dirá porque soy su pata? - y un sinfín de razonamientos sobre la responsabilidad de los sustantivos. ¿Como he sido catalogado "videasta", ya no podré ser escritor, padre, comunicador, ingeniero, amigo? ¿ya no seré blogger? ¿seré un videasta blogger o un blogger cineasta? ¿Que tal sino puedo volver a hacer un corto o un largo? ¿serán mentirosos todos los que afirmaron que soy un videasta? Me hace sentir una gran responsabilidad de no desmentir, de cumplir cabalmente con el sustantivo. Es una tortura y un honor... no lo sé.
Hago como que no me importa, o qué me importa un poquito, y después avanzo, veo estos epítetos como piedras bonitas que están en mi camino. Porque creo que la mayor responsabilidad no es con los demás, ni con los sustantivos y los adjetivos, sino con uno mismo y con sus verbos. Podré discúlparme con cualquiera si hago o dejo de hacer trabajos audiovisuales; pero no podré engañarme con excusas, sabré mi verdad de los eventos y de porqué hice o deje de hacer tal o cual cosa; y esa es la única materia que importa: el hacer para ser.
En el fondo, la creación es un compromiso personal, yo no soy un realizador o un videasta; soy alguien que hace video, alguien que se expresa. El verbo es transitivo. La creación también. Aún no me animo a hablar con sustantivos. Quizá un día de tanto hacer, me apropie de alguno.
Las obras no tienen dueños; los actos, sí.
Al final, el cómo nos tildan es algo bastante incongruente con el mecanismo que desarrolla una expresión. A crear y punto.